Detrás de la máscara se esconde un rostro. Es verdaderamente increíble la impresión de por vida que puede dejar en nostros la presencia de algún enmascarado.
Desde los personajes de las tiras cómicas hasta las leyendas de las películas, pasando por el elaborado antifaz, el colorido de la careta de nuestro diablo cojuelo y las extensas capas de maquillaje que esconden por completo las facciones del rostro; todos sin excepción logran impresionarnos, sembrar en nosotros la curiosidad y preguntas que intentan acercarnos a la identidad de aquel que prefiere dejar su verdadero yo a la incógnita.
Y es que esa es justamente la función que cumplen las máscaras, nos ayudan a transformarnos en alguien más, nos ayudan a actuar. En la ciudad italiana de Venecia, que para el siglo XIII era una productiva república, los habitantes llegaron a hacer uso de las máscaras algo muy cotidiano. Los venecianos usaban unas preciosas máscaras, que hoy en día siguen presentes en el famoso carnaval de Venecia, para cubrirse y poder darle rienda suelta a us bajos instintos. De etsa forma ocultaban sus identidades y posición social, y podían llevar a cabo negociaciones peligrosas con gente de dudosa reputación, y la promiscuidad sexual por lo tanto llegó a ser algo muy común; todos usaban máscaras sin ninguna inhibición, hasta que las cosas se salieron de control y se prohibió su uso, limitándolas sólo a tres meses desde el 26 de diciembre. Actualmente sólo se utilizan para los días de carnaval.
Los días han pasaado, civilizaciones han caído y la máscara sigue allí, esperando con ansias ser utilizada. La mayoría de los súper héroes, Batman. el Hombre Araña, Aquaman, Daredevil se hacen acompañar de ella para impedir ser reconocidos por sus archienemigos, y hace algunos años un practicante de lucha libre que se precira de ser bueno, no debía llegar al ring sin un adecuado antifaz.
El periodista mexicano Dante Damián Rodríguez explica en su artículo "El fin de la época de las máscaras" que el primer luchador en usar un antifaz fue el norteamericano Jim Atts allá por el año 1933. A partir de aquí se hizo costumbre entre los luchadores el usar una máscara para ocultar su rostro en la arena, y alacanzaron fama nombres que perduran hasta nuestros días como el Enmascarado de plata, El Santo, Black Shadow, Blue Demon.
Para cualquiera de ellos era una verdadera tragedia perder la máscara, con ella se perdía la magia, el misterio y por supuesto, el respeto.
En las películas la aparición de los enmascaraados no se hace esperar, así vemos como un patético Jim Carrey se transforma en un ser de otro mundo, capaz de todo con sólo ponerse una máscara en la película The Mask. Justicia, acrobacias y un espectacular charm es lo que reparte a diestra y siniestra el buen parecido Zorro, el despótico Luis XV creyéo tener la solución a una posible destitución con sólo mandar al calabozo a su hermano gemelo condenándolo a usar una fría máscara de hierro, y recientemente un inolvidable personaje conocido sólo como V busca la justicia con una increíble agilidad para pelear y hablar, reparte máscaras con una peculiar sonrisa para restituir el orden en V for Vendetta.
Jamás podremos olvidar a nuestros diablos cojuelos, macaraos, lechones, que aprovechan estos días para cubrir sus rostros,. convertirse en otros y celebrar el carnaval.
Por eso es tan llamativa esa máscara, porque nos transporta. No se puede concebir al hombre sin ella, cada accieon que lleva a cabo implica una, es como dicen por ahí, el ser humano siempre está actuando, quizás el único lugar donde no lo hacemos es frente al espejo, allí somos nosotros mismos.
Mientras tanto hacemos uso de ella y nos enmascaramos para vivir el día a día, ayudándonos a interpetar al fuerte, al débil, al loco, al divertido, al distante que hay en todos nosotros, esos fantasmas internos que están ahí, en cada gesto, en cada mirada.
Artículo publicado en mi revista Carnaval 2007. Revistas Ocasionales Listín Diario