sábado, 4 de diciembre de 2010

Besados por la luna, tocados por el sol








Santo Domingo es puculiar, nuestra isla tropical recibe el reinado del sol casi todo el año, pero aquí el verano es una verdadera fiesta.
El calor se hace dueño y señor de estos meses que se extienden hasta septiembre, mientras tanto la cotidianidad con un toque de sorpresa llena nuestros días.

6:00 de la mañana, despertadores suenan por doquier anunciando el amancer. ¡Santo Domingo ha despertado!
Gente con sueños y metas, con mucho ánimo se levantan de sus camas anunciando un nuevo día. Otros tantos, con sueño imploran por una hora más en sus camas aunque el agobiante calor no lo permita.
El sonido único y peculiar del café mientras hierve es el aliciente perfecto para animarse luego de haber cepillado los dientes. Conversaciones furtivas entre dos o más miembros de la familia, monólogos interminables con Dios mientras se visten son el marco de la mañana que acaba de empezar.

Rumbo a las 8:00 estudiantes con exámenes pendientes ruegan por recordar lo estudiado cuando se encuentren delante de ese pedazo de papel, que aunque inodoro e insípido puede determinar si pasan o repiten un grado.

Altos ejecutivos y subalternos se dirigen al castillo de blocks y varillas para terminar asuntos pendientes y comenzar otros tantos. Amantes de las olas ven en esta mañana la oportunidad perfecta para conversar con el mar y el frutero, mientras camina deja la ciudad impregnada de un delicioso olor a naranjas, lechosas, guineos, miel y demás, ¡Santo Domingo ha despertado!

En medio de problemas de último minuto que ven solución en un segundo, trabajo constante y algunos instantes de respiro, música vibrante y las opiniones siempre encontradas de los integrantes de El gobierno de la mañana, el mediodía hace su entrada.

Más que el almuerzo es el hecho de conversar en la mesa lo que hace de esta hora del día una de las más esperadas.
Tras degustar felices lo poco o lo mucho que encuentran allí, vienen unos minutos de sobremesa antes de regresar a la labor. Tres sorbos de café no pueden faltar para reiniciar despiertos y activos lo que hacen para ganarse la vida o para disfrutarla mejor, todo depende del ojo con que se mire. Hasta las 6:00 permanece la mayoría, los reconocidos “workholics” con carreras cada vez más exitosas, más dinero en el bolsillo y menos tiempo para descansar y pasarla bien suelen extender su horario por decisión propia y por afán de perfección hasta a las 8:00 de la noche y más allá.

Una hora antes la luna ya había comenzado a coquetear, poco a poco fue tomando luz y energía del sol que acostumbra a sofocarlos.
Ella, mucho menos pretenciosa que el astro rey logra ser admirada y deseada sin necesidad de llamar la atención para ser observada, aunque para ella es inevitable hacerlo, porque mientras más llena más seductora.

Con confianza ha decidido besarlos, los enamorados la ofrendan como regalo para expresar su amor y las aguas suben y bajan gracias a la influencia de esa energía misteriosa que ninguno comprende pero que a todos atrae.

Los besos de la luna lo hace bailar sin parar, entregarse al amor o simplemente dormir un poco mejor. Más allá de la media noche su puesta en escena continúa, y su brillo es más deseado que nunca cuando está a punto de marcharse llevándose los besos que hacía sólo unas horas repartió.

Poco a poco su belleza se va apagando ante los ojos de aquellos que le admiran, su gracia y misterio pertenecen ahora al otro lado del mundo.
La luna ha dejado bonitos sueños a los que con ansias la han esperado; ha dejado unas cuantas pesadillas a los que temen a la noche y aún al día, ha dejado un delicioso sabor a fiesta a los noctámbulos que reciben noche tras noche una inyección de emoción con el primer guiño de ojo que ella les ha brindado.

Va amaneciendo y otra vez los estudiantes seguirán en su afán, el sabor del café hará su inigualable función, ejecutivos y subalternos continuarán su labor y el surfista volverá a conversar con el mar.
El día y el sol continuarán su ritmo y al final de la tarde todos esperarán una vez más que la luna haga su entrada triunfal, esperando sus besos y su esplendor hipnotizante que a más de uno afecta deseando llegar hasta ella.


Artículo publicado en la revista especial para la temporada Verano. Año 2007