sábado, 4 de diciembre de 2010

Oración, arena, sol y mar…tomados de la mano








Se anuncia la Semana Santa, y desde el primer instante comienzas a preparar tu equipaje para marcharte a un destino hermoso que te ofrezca unos días diferentes. El traje de baño de la temporada, bloqueadores y bronceadores, un ajuar ligero y la reservación en un hotel, que te encargaste de reservar desde principios del mes de Enero o finales de Diciembre. Sin duda estás en esto, tus vacaciones son bien merecidas.

La otra cara de la moneda muestra a miles de creyentes que en todo el mundo celebran el contexto religioso, el principal dicho sea de paso, de la Semana Santa. Durante esos días recuerdan el sacrificio hecho por Jesús para limpiar a la humanidad de todo pecado. Diversas acepciones de la fe conmemoran la fecha con rituales que demuestran respeto y misericordia hacia Jesús de Nazareth.

Hay quienes demuestra una fe que mueve montañas, y guardan el respeto de antaño por estos días de duelo y gozo al mismo tiempo, ya que recuerdan la pasión, muerte y resurrección de aquel hombre humilde y de corazón enorme, que predicó con el ejemplo y cambió el curso de la historia.


El verdadero Jesús

Muchos ven a Jesús y perciben la idea de Dios como algo inalcanzable, demasiado puro para estar en este plano, la verdad es que el quiere estar entre nosotros y necesita que le confiemos nuestra inquietudes sobre la vida y nuestra misión personal.

Estudiar a fondo la personalidad de Jesucristo es un ejercicio que vale la pena, pero en el que pocos demuestran interés. 
Cierra los ojos por un momento y piensa en este hombre joven, de carácter afable y un trato humilde en todos sus actos. Como lo dibuja la historia, es bien parecido, pero al ver su forma física vemos reflejado en él una luz celestial que lo aparta de lo carnal, tiene un carisma que atrae a miles y una fe capaz hasta de lo impensable por muchos.

Es muy difícil encontrar personas a lo largo de la historia de la humanidad con su grado de pureza y una misión tan perfecta. Este joven en vez de ocultarse y dejarse arropar por el miedo al que dirán decidió vivir para su misión, cumplir con el papel en el que fue designado a trabajar en este mundo terrenal.

A lo largo de sus treinta tres años logra lo que ningún ser humano, ni antes ni después ha logrado: Reflejar el amor de Dios a través de cada pensamiento, de cada palabra, logrando milagros que cambiaron el curso de la historia. 
Invita a las personas a amarse los unos a los otros, a tratar al prójimo como a ellos mismos, a no criticar si antes no han mirado la paja en su ojo; Les invitó a creer en Dios, a dejar la vanidad a un lado y a ser humildes y sabios en cada paso de sus vidas.

Muchos le siguieron y lograron cambiar sus vidas, otros sin embargo, amenazados por su poder y buena voluntad le llevaron hasta la cruz, no sin antes golpearlo y maltratarlo hasta dejarlo sin fuerzas. Al tercer día resucitó y prometió regresar, muchos le esperan con los brazos abiertos, otros se consideran muy ocupados y vanguardistas para creer en él. 

El equilibrio

El dilema con estos días, dónde se recuerda su pasión y muerte, viene dado a los nuevos tiempos, donde destinar la Semana Santa al consumo descontrolado de alcohol , al decir de algunos, parece renovar verdaderamente el espíritu. Como consecuencia cientos de personas pierden sus vidas en unos días que debieron destinar a la meditación y a la conversación con Dios.

Cada obra de la naturaleza ha sido llevada a la realidad con verdadera maestría celestial, las playas y las montañas son un digno ejemplo. Dios está en cada cosa, en el soplo del viento, en una puesta de sol, en la belleza del mar. 
Puedes entrar en comunicación con Él admirando la majestuosidad de su creación, tus días de descanso están bien merecidos, pero unos minutos para interiorizar y analizar los cambios positivos que debes provocar en ti son algo necesario y sobre todo muy reconfortante.

La oración no tiene lugar ni hora para llevarse a cabo, lo importante es tener la intención y el compromiso de honrar su sacrificio. Su valor vino a mostrarnos que la divinidad se refleja a través de nosotros si la dejamos fluir, y honestamente, no fluye con el cuerpo lleno de alcohol y la impertinencia como señal de identidad.

Lograr entrar en comunión con el orden divino es una cuestión progresiva, vas paso a paso, dejándote guiar lograrás estar en paz con Dios y contigo mismo. La búsqueda es ardua y muchas veces dolorosa, son muchas las pruebas que atentan contra la fe, pero si como cita la palabra “todos estamos llamados a ser santos”, no tienes tú porque ser la excepción a la regla. Tómate estos días para pensarlo, te sentirás una persona totalmente nueva al dejar que el milagro ocurra en ti.

Artículo publicado en la revista Semana Santa 2008. Revistas Ocasionales Listín Diario